174 | Avivar la fiesta
Seis meses tarde, pero estamos de vuelta en este espacio. Un saludo de la nueva directora. Y caricaturas para aliviar el malestar de la vida cotidiana.
Hace unos años, a mi correo llegó uno de los nius de 070 que se me quedó clavado en el recuerdo. Era de Alejandro Gómez Dugand, en ese entonces director de la revista, y ahora director de La Liga Contra el Silencio.
En este, Alejandro anunciaba su salida de la revista, luego de varios años de dirección. Él comparaba su salida con el momento en el cual, luego de muchas horas de gozadera, risas y trasnocho, alguien pedía el taxi en una fiesta en plena madrugada, quizá en su mejor punto. Alejandro estaba haciendo lo mismo, yéndose en uno de los mejores momentos del medio.
No sé por qué me marcó tanto ese nius. Recuerdo que me hizo pensar en ese fino arte que es saberse ir: de una fiesta, de un trabajo, de una relación… Una vocación que se va entrenando con cada año de adultez y que, debo decir, aún sigo intentando dominar a mis casi 33 años de vida. Quizá me marcó también porque aún amo las fiestas, y porque comparar una redacción que admiraba tanto con una fiesta me conmovió, pues también pienso que este oficio también se trata del goce y el disfrute.
Debo confesar que siempre le eché ojo a la fiesta de 070 desde otras fiestas. Porque, aunque la estaba pasando bueno en otra parte, en mi mente coqueteaba con la idea de que me invitaran a esa fiesta. Me gustaba lo que veía en ella: quiénes la conformaban, lo que escuchaba en sus conversaciones, lo diversa que se sentía la pista de baile y el son al que bailaban.
Entonces hacía como quien pasaba a hacerle refill al vaso para mirar de reojo cómo la estaban pasando; o me daba un vueltico para saludar a amigues muy amades y conocides admirades que estaban entregades al baile y al disfrute allí. Incluso me pegaba un bailecito rápido en esa pista de baile y juntaba fiestas por un rato.
Pero, aunque me acercara y la mirara de reojo, siempre seguía como una visitante fugaz de esa fiesta que yo veía tan buena, tan sabrosa.
El año pasado, luego de varios sacudones que me dio el 2024, por fin me volví parte de la fiesta de 070. Era septiembre y estaba muy nerviosa por entrar a un equipo que, aunque anhelado, era nuevo para mí. Y la fiesta, aunque igual de sabrosa a como la había imaginado, había cambiado. Muches, como Alejandro en su momento, también habían pedido el taxi para irse. Otres se habían quedado a avivarla, como Natalia Arenas quien, luego de ser editora varios años, asumió la dirección en 2022. También veía las caras nuevas de varies integrantes, amigues y conocides, que habían llegado a esa pista de baile con otros ritmos, otros pasos de baile, otros chistes y más bebida, con toda la intención de seguirla.
Los meses pasaron y por la puerta de esa fiesta fue rotando gente de entrada y salida. Llegaron más taxis, pero también más domicilios con comida, tragos varios y Electrolit. La noche se estiraba y las vibras de la verbena seguían transformándose. La fiesta había cambiado, se sentía diferente a como estaba cuando yo entré. Luego Natalia, que había liderado la fiesta desde hacía más de tres años, y que había confiado en mí como integrante vital, también decidió pararse del sofá y pedir el taxi. Y aunque en ese momento la fiesta se sintió un poco más pequeña, aún quedábamos varies.
Siempre, en una fiesta que se alarga, hay un momento de la verdad. Alguien insinúa si no será momento de irse a la casa. Otra persona mira la hora y pregunta al grupo de amanecidos si no será mejor salir a que nos dé el sol mientras buscamos desayuno. Alguien más, simplemente, se queda profundo en el sofá, sin avisar.
Hace unos meses, y cuando Nati se fue en el taxi, con Santiago de Narváez, editor de 070 y gran amigo de la vida, nos enfrentamos a ese momento de la verdad: ¿Seguimos o paramos la fiesta? Nuestra respuesta inmediata es que no solo íbamos a seguirla, sino que la íbamos a avivar. Para ello, para avivar esta fiesta, él siguió frenteando en su rol de editor, y yo me convertí hace muy poco en la directora de la revista. Eso sí, con el triple de nervios que hace unos meses, pero también sintiendo plena gratitud con quienes me precedieron, confiaron en mi trabajo y de quienes aprendí tanto.
Avivar una fiesta que se achica por un momento no es una responsabilidad cualquiera. Requiere atención al detalle –una de las grandes enseñanzas que me dejó Natalia–, un método propio en el que confiar, incubar una motivación que impregne a los demás a pesar del trasnocho. Sobre todo, requiere estar dispuestes a cuestionar eso que veníamos haciendo, para hacer todo lo que no habíamos intentado antes.
Y en un momento crítico para este tipo de fiestas, la de los medios, avivar la fiesta de 070 requiere el fuego de otras verbenas amigas para alimentarnos mutuamente. Una interdependencia de fiestas que se vuelva apañe y fuercita para atravesar estos tiempos inciertos.
Los nervios son totales, para qué lo voy a negar. Pero en estas últimas semanas que empecé a asumir la dirección de la revista, una certeza en mi mente brilla como un letrero incandescente: sé que la naturaleza de 070, construida a pulso por toda la gente que estuvo antes que nosotres, nos va a permitir lanzarnos sin miedo a probar el tipo de fiesta que queramos ser. Eso es una fortuna que me abraza todos los días, y de la cual me siento muy agradecida.
Así que sí, la fiesta sigue en 070, en ese mismo vagoncito enclavado en los cerros, pero con nueva dirección. Y probablemente hayan sentido estas semanas que es una fiesta diferente: suenan otras músicas, hay nuevos pasos de baile, y las conversaciones cambiaron un poco. Pero, como siempre, están igual de invitades a quedarse, amañarse y sentirse parte de esta comparsa, les prometemos que la fiesta sigue.
PD: esperen una nueva entrega de este nius cada mes.
Nathalia Guerrero Duque, directora de 070
Viñetas por UASHIS











Mayo fue el mes del agua en 070, un mes dedicado a entender qué está detrás del grifo y la factura del Acueducto.
Echamos ojo a la lluvia, las fuentes de agua, hablamos con quienes entienden su flujo, y con quienes estudian su repartición justa. Hasta conocimos a un bogotano que supo guardar los aguaceros para la cisterna del baño. La complejidad del agua —como ha cambiado nuestro territorio desde que los muiscas pescaban en la sabana, el 37% del agua que se pierde y no se cuenta entre las redes del acueducto, o nuestra dependencia de los ríos voladores que traen lluvia fresca desde la amazonía que poco a poco se deforesta— me dejó una perplejidad apenada. Sí, me apena, que siendo de Bogotá, no haya sabido nada del agua que me consolaba en la juventud. Descubrí que tenía que acercarme al agua. Y tenemos que hacerlo, porque aunque nos da vida, la usamos sin conocerla. Hay que volver al agua, porque, según el Acueducto, el sistema hídrico capital aguanta hasta el 2040. Entender el agua, su origen, sus implicaciones, nos convoca, si queremos usarla sin desgastarla, sin perderla con los territorios que la proveen, sin quitarla a otras vidas humanas y más que humanas.
Aquí les dejamos nuestra sumergida periodística en el tema del agua en Bogotá. No dejen de verla.
Volver al agua (reportaje audiovisual)
Preguntas que nos deja un año de racionamiento en Bogotá
¿El racionamiento fue la solución?
5 cosas que aprendimos de los acueductos comunitarios
5 cosas para saber sobre el 37% de agua que pierde Bogotá en su Sistema de Acueducto
Magnitudes de la extracción: cifras de la concesión de agua de Coca-Cola en La Calera
5 cosas sobre la historia de Bogotá con el agua, desde los Muiscas y el ferrocarril, hasta la ciudad moderna
David Augusto De Salvador, periodista de 070
Viñetas por UASHIS









tqm cerosetenta y ese equipazo que va a reventar la fiesta 🔥